Escrito por: Carolina Rodríguez
Desde que comenzamos nuestra vida profesional, nos vemos obligados a entrar en una carrera por el éxito y la felicidad que nos lleva por aguas desconocidas que nos acercan o alejan de las posiciones de liderazgo. En estas aguas surgen obstáculos que, en la mayoría de los casos, para las mujeres son más difíciles de sortear.
En este artículo descubriremos algunos de estos obstáculos, además entenderemos los dilemas de liderazgo que surgen cuando combinamos el cerebro femenino y su liderazgo enfocado a la causa, y el cerebro masculino y su forma de liderar más centrada a los objetivos.
Grafiquemos el camino por el éxito y la felicidad como una competición de veleros. Este tipo de carreras náuticas son conocidas por su ambiente lleno de emoción y espíritu competitivo. Los participantes necesitan desarrollar habilidades y destrezas para aprovechar cada ráfaga de viento, ya que es crucial para obtener una ventaja sobre sus rivales.
El tomar estas ventajas en forma de ráfagas de viento dependen mucho de cómo sortees los obstáculos que traen las corrientes de la vida. Estos obstáculos se forman por tu condición social, el contexto histórico del país en el que naciste, el grado de privilegios y condición económica que tiene tu familia, y los estereotipos de género. Existen cuatro obstáculos que crean huecos en los barcos de las mujeres lo que causa que se vayan quedando con menos oportunidades para tomar las ráfagas de viento.
Imaginemos que estamos en una de estas carreras, tú estás en tu velero controlando que las cuerdas estén bien amarradas y la vela esté estable.
De repente llega una tormenta que trae el primer obstáculo: PELIGRO. Las mujeres enfrentan más riesgo en su día a día. Un ejemplo muy simple es cuando una mujer camina por la calle, sale angustiada porque sabe que corre más peligros ya que, en cierto sentido, es la “liebre más lenta”.
Lograste sortear la peligrosa tormenta, tu velero vuelve a estar estable, pero ahora te metiste dentro de una neblina densa donde te vuelves INVISIBLE para todos. Ese es el segundo obstáculo.
Producto del machismo de la sociedad y los estereotipos de género en el ambiente laboral, las contribuciones de las mujeres se vuelven invisibles y son menos reconocidas que las contribuciones de los hombres. Por ejemplo, en una sala de juntas, si un hombre y una mujer presentan una propuesta similar, es más probable que la propuesta del hombre sea tomada en serio, mientras que la mujer podría ser ignorada o “invisibilizada”. Esta neblina hace que nadie te vea y crea hueco en tu barco porque genera un efecto donde las mujeres dejan de insistir y afecta a su autoestima.
Ahora encendiste una linterna y lograste ver el camino que te saca de la neblina. Cubriste el hueco con trabajo duro y confianza para alzar tu voz, entonces regresas a la carrera. Todo va bien hasta que llega el tercer obstáculo, una ola gigante de 25 metros que te cae encima revolcando tu velero y dándote una doble carga de trabajo. Esta doble carga corresponde al ROL DE CUIDADORA que se le impone a la mujer con la responsabilidad de cumplir con las tareas domésticas del hogar y cuidar de la familia. Este rol se vuelve un desafío porque mientras el hombre llega a casa después del trabajo y se pone a estudiar, hacer ejercicio o ver la televisión, la mujer llega a casa a lavar la ropa, limpiar o darle de comer a sus hijos y a su esposo.
Sorteaste este obstáculo y cubriste el enorme agugero que dejó la ola del doble trabajo logrando un acuerdo con tu pareja o tu familia para tener más tiempo para ti misma. Continuas la carrera, pero después de un tiempo te chocas contra el último obstáculo, el iceberg de la DISPARIDAD MORAL. Por los estereotipos de género las mujeres tienen un libro de “normas” que determinan cómo deben actuar, cómo deben vestirse, cómo deben hablar, e incluso cómo deben verse físicamente.
Estos estándares morales hacen que mientras un hombre dice malas palabras y se enoja, hay que darle más respeto porque es hombre y quizá algo malo pasó para que se ponga así. Pero, si una mujer insulta con malas palabras y se enoja, es una loca grosera y grotesca que solo quiere hacer problema de todo. La disparidad moral hace que la sociedad te haga a un lado cuando, como mujer, cometemos ciertos comportamientos que solo son considerados normales y aceptados para hombres.
Para llegar a posiciones de liderazgo las mujeres no deben dejarse derrotar por los obstáculos antes mencionados y junto a esto debe entender lo que conlleva liderar.
Regresando nuevamente a la carrera de veleros. Las condiciones del mar pueden cambiar rápidamente y los participantes de la carrera deben adaptarse a la intensidad y dirección del viento controlando las velas y resistiendo los desafíos inesperados que pueden producir que el barco se hunda.
Lo mismo es en el liderazgo, un líder debe aprender a adaptarse y explotar las habilidades de su equipo para que el velero no se hunda y puedan llegar a la meta. Cómo lo vimos en el artículo “Desentrañando los mitos sobre las diferencias entre hombres y mujeres”, existen cuatro diferencias entre el cerebro masculino y femenino (fuerza física, propensión al riesgo y la violencia, sensibilidad emocional y comunicación simultánea) estas diferencias crean dos estilos diferentes de liderar.
El cerebro femenino suele enfocar su manera de liderar en la causa, propósito y el porqué del objetivo a cumplir. Como estratégia utiliza su capacidad de comunicación simultánea para liderar desde una red donde, como una araña, teje conexiones de relaciones que permiten lograr resultados rápidos y eficaces. Usa su mayor capacidad de empatía y su capacidad de atracción para vencer esos obstáculos.
Por otro lado, el cerebro maculino necesita más poder y control de los recursos por lo que para ellos es mejor liderar con un modelo jerárquico donde puede vigilar el cumplimiento de resultados desde niveles y un esquema de comunicación en cascada. De esta manera tiene más estructura y órden.
Por sí solos estos estilos de liderazgo funcionan hasta un punto , porque si nos enfocamos solo en la causa corremos el riesgo de hundir el barco porque estamos persiguiendo un propósito que nunca se alcanza. Del mismo modo, si sólo nos centramos en el objetivo de una manera estructurada hundiremos el barco porque tendremos falta de motivación en el equipo ya que ejecutan las tareas como robots y nos desconectamos del propósito porque solo estamos impulsando el conseguir una meta económica.
En resúmen, si por todo lo mencionado antes llegaste a un punto en que tu barco se hundió y tienes que salir de la carrera, alguien más ocupará tu puesto de liderazgo porque logró sortear los obstáculos y tomar la ventaja de la ráfaga de viento. Para que esto no te pase, debes aplicar en tu vida un estilo de liderazgo PERLA, es decir debes ser propositiva, emocional para ser empático con tu equipo, debes generar relaciones que te hagan sobresalir, debes ser libre para decir lo que piensas y alzar tu voz, por último, debes generar un ambiente de trabajo atractivo para todos.
Así que iza las velas y guía tu velero con estratégias PERLA que te permitan brillar y combinar la causa y el objetivo para lograr un liderazgo más efectivo y significativo.