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Escrito por: Fernando Miño
La capacidad humana de adaptación es una característica distintiva, profundamente arraigada en nuestro ADN. Esta adaptabilidad nos permite integrarnos a diversos grupos sociales, buscando una afiliación y sintonía con el entorno. Por ejemplo, un ecuatoriano que emigra a Murcia puede, sin darse cuenta, empezar a hablar con un acento español marcado, reflejando una adaptación inconsciente impulsada por el cerebro para asimilarse al nuevo entorno. De manera similar, en los parques de Orlando, los visitantes tienden a adoptar conductas de limpieza y orden acordes con la cultura del parque. Esta capacidad adaptativa es crucial en el contexto organizacional.
Las «anclas culturales» son eventos, momentos o experiencias que comunican de manera poderosa la esencia de una cultura, impulsando a las personas a adaptarse a ella. Por ejemplo, en una empresa, estas anclas pueden ser rituales como almuerzos comunitarios, celebraciones de logros, o incluso la estética de un espacio de trabajo. Según Edgar Schein, pionero en cultura organizacional, estas prácticas compartidas son fundamentales para transmitir y reforzar los valores y normas de una organización.
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En la transición cultural dentro de una empresa, es esencial seleccionar cuidadosamente estas anclas. El método «VENOM», un acrónimo que hace alusión a un superhéroe que cambia de ADN, simboliza el deseo de transformar el ADN cultural de una organización. Este método contempla cinco elementos:
- Vivencias (V): Todas las experiencias compartidas en la organización.
- Encenamientos (E): Experiencias de aprendizaje colectivo.
- Noticias (N): Cómo se comunican y reciben las novedades dentro de la organización.
- Observaciones (O): Lo que todos ven y experimentan en el entorno laboral.
- Merecimientos (M): Reconocimientos y recompensas alineados con los valores organizacionales.
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La selección de hasta siete anclas culturales potentes permite una transmisión efectiva de la cultura. Estas anclas deben ser espectaculares y significativas para que la cultura «se sienta en el cuerpo». Por ejemplo, una convención puede utilizarse para comunicar la cultura a través de dinámicas interactivas y evidencias visuales, mientras que un sistema de reconocimiento puede enfatizar comportamientos deseados de la nueva cultura con creatividad y espectacularidad.
En resumen, las anclas culturales, bien implementadas, pueden ser herramientas poderosas para la adaptación cultural en una organización. La habilidad humana para adaptarse a su entorno, combinada con estrategias intencionales y significativas de comunicación cultural, puede conducir a una integración efectiva y armónica de los empleados con los valores y prácticas de su lugar de trabajo.